viernes, 27 de marzo de 2009

SOBRE LO QUE VIENE...

Hace poco más de un año, junto a una persona de las más queridas, me impliqué en una idea que debería retomar, a la luz de las cosas nuevas que he aprendido. Porque la vida enseña siempre y es bueno aprender de ella.

Esto parece una reflexión. Y aunque lo es en parte, es también una pequeña historia.

Crecer a través del tiempo; aprender de lo que ves alrededor; conservar lo que vale la pena y obtener sabiduría de la experiencia. Estas son verdades en la vida humana, y también en la de Fábulas.

Las escritas por Bill Willingham, y dibujadas por muchos a lo largo de los años.

Mi compañero en esta aventura digital me puso sobre aviso: es monumental la obra y tal vez lo sea también el trabajo de ponerlas en web. Pero luego de consumir de manera viciosa los cuatro primeros volúmenes durante cuatro placenteras noches, es más que una voluntad, casi una OBLIGACIÓN poner por escrito lo que pienso sobre estas.

Pero este empeño merece, luego de casi seiscientas páginas de cómic, un reposo en forma de prólogo. Aquí dejo mi experiencia personal con el producto total.

Soy un amante de los cuentos de hadas. Y debes serlo para disfrutar de Fábulas. Sin embargo, se ha de tener presente el hecho de que algunas de ellas nos son ajenas, y en otros casos hemos perdido de vista algunos de sus detalles más deliciosos por la deformación comercial.

Y lo es, al extremo de habernos hecho pensar que son historias para niños. Que en parte deben serlo, pero como leí en algún libro de cuentos, que he leído muchos:

“…algunos (cuentos), contados de cierta manera, traen suerte o (…) tienen significados que se han olvidado. (…) en Oriente se sostiene que hay un enorme caudal de conocimiento valioso escondido en narraciones y literatura tradicionales de uno u otro tipo. (…) muchas de ellas se conocen como leyendas, cuentos, fábulas, etc.”
(Cuentos de Oriente para Niños de Occidente. A.H.D. Halka. EDIGRAF. Bs. Aires, Argentina; 1983)

¿Cuál será la historia detrás de la niña de la caperucita roja? ¿O de la tierna Blancanieves y los siete pequeños hombres del bosque? ¿Es un príncipe azul el hombre ideal? Seguro que todos, adultos ya, nos hemos preguntado esto más de una vez. Seguro que todos hemos visto en Shrek una forma de torsión, pero también de redescubrimiento.

Sacar a los cuentos de su lugar habitual es forzar la óptica hacia las cualidades que no reconocemos en sus personajes. Darles vida más allá de sus primeras historias es simplemente obedecer a la lógica del cómic, que aquí nos ocupa. Sacarlos de su mundo de manera violenta, y meterlos en el nuestro, una obligación heroica. Contar esa historia es cuestión de mentes aviesas, lápices iluminados y plumas magistrales.

Y a continuación, el primer volumen.

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